OBESIDAD y DIABETES TIPO 2:
UNA EPIDEMIA LENTA PERO IMPLACABLE
De acuerdo a cifras de la OMS, existen en la actualidad unos 800 millones de personas con hambre crónico en el mundo, pero al mismo tiempo hay países en los que casi el 70% de la población está aquejada por sobrepeso u obesidad.
Según cifras de la OMS en el mundo, unos 450 millones de personas padecen diabetes. Del total de afectados más del 90% tienen diabetes tipo 2 y la obesidad es el principal factor de riesgo para desarrollarla. Hay cifras que evidencian que más del 85% de los pacientes con diabetes tipo 2 son obesos. En la Argentina, se calcula que el 12,5 % de la población es diabética, es decir que esta patología afecta a más de 5.000.000 de personas.
OBESIDAD
Llamamos obesidad al aumento excesivo de grasa corporal, el cual es perjudicial para la salud. Un Indice de Masa Corporal (IMC: peso dividido la altura al cuadrado) de 30 a 35 determina una obesidad de grado 1 (de bajo riesgo), de 35 a 40 una obesidad grado 2 (riesgo moderado), un índice mayor de 40 ya supone una obesidad mórbida y de alto riesgo y si supera un IMC mayor de 50, es una obesidad grave y extrema.
El aumento de la incidencia de obesidad a nivel mundial la ha convertido en una verdadera epidemia no infecciosa, y tan relacionada está con la génesis de diabetes tipo 2, que hoy hablamos de una epidemia de diabetes tipo 2. Esta se caracteriza por un aumento de los niveles de glucosa en sangre, que ocurre por una dificultad para que la misma ingrese a las células. La insulina es una hormona producida por el páncreas que tiene a cargo esta función. El exceso de grasa corporal, en especial si se acumula alrededor del abdomen, puede liberar sustancias inflamatorias que interfieren con la forma en que las células responden a la insulina, dificultando su acción.
En la diabetes de tipo 1, el páncreas genera escasa o nula cantidad de insulina, lo que obliga a quienes la padecen a inyectarse esta hormona diariamente. En el caso que nos ocupa de la diabetes tipo 2, se habla de insulino-resistencia pues hay niveles elevados de insulina pero éstos no son efectivos para hacer ingresar el azúcar a las células..
Según un informe de la Organización Mundial de la Salud, a mediados del 2023 se estimaba que unos 735 millones de personas padecían hambre en el mundo. Asia Occidental, el Caribe y subregiones de África, que se enfrentan a carencias alimentarias cada vez más graves en su población. Pero al mismo tiempo hay países en los que alrededor del 70% de la población adulta está aquejada de obesidad o sobrepeso.
Hacia fines del siglo XX, los problemas alimentarios de los países en desarrollo tenían que ver eminentemente con el hambre y las consecuencias de la desnutrición en la salud, en especial en los niños. Pero todo esto ha cambiado por completo y en tan solo unas décadas el mundo ha pasado de un perfil nutricional en el que la prevalencia de la insuficiencia ponderal (es decir, niños que pesan menos de lo que le corresponde a su edad), superaba en más del doble a la obesidad, a la situación actual, en la que en el mundo hay más personas obesas que con insuficiencia ponderal.
La obesidad y el sobrepeso, antes considerados como característicos de las sociedades opulentas, están aumentando ahora en los países de ingresos bajos y medianos, sobre todo en las zonas urbanas.
Según estimaciones de la OMS, desde 1980 al presente la prevalencia mundial de obesidad ha aumentado en más del doble, con incrementos importantes en muchas regiones. En el África subsahariana, el número de niños con sobrepeso aumentó entre 1990 y 2012 de 4 millones a 10 millones.
En América del Norte y Europa, la prevalencia de obesidad alcanza sus tasas más altas en los grupos sociales con menores ingresos, concentrados a menudo en zonas urbanas donde abunda la comida rápida y bebidas no saludables. En cambio, en los países donde la epidemia de obesidad es un fenómeno más reciente, como en Asia y en el Pacifico, este problema se observa primero en la población urbana de ingresos altos aunque luego pasa a afectar también a las zonas rurales empobrecidas y barriadas de las ciudades.
Algunos ejemplos ponen el problema en evidencia. En México D.F., la obesidad en la población urbana adulta pasó del 16% en el año 2000 al 26% en el 2012.. En la India, la prevalencia de sobrepeso, que a comienzos de este siglo se situaba en 9.7% creció al 20% en el 2010. En China, con la llegada de un nuevo período de abundancia tras décadas de escasez de alimentos, la prevalencia combinada de obesidad y sobrepeso se duplicó durante las últimas décadas del siglo XX. Según estimaciones del Ministerio de Salud de China, en 2012 la obesidad afectaba nada menos que a 300 millones de su población.
La revista The Lancet publicó un análisis combinado de las tendencias en el IMC de 200 países entre 1975 y 2014. El estudio informó que en 1974 había unos 105 millones de adultos obesos, mientras que en 2014 ese número se había disparado a 640 millones de humanos. El hecho de que los incrementos del peso corporal afecten al conjunto de la población en general es una señal de advertencia de que nos esperan graves peligros, sobre todo porque la expectativa de contener este incremento constante es casi nula. Por lento que sea el proceso, tarde o temprano nos encontraremos con una oleada de enfermedades crónicas (cardiovasculares-metabólicas-renales, etc), relacionadas con este modo de vida sedentario e inadecuado desde el punto de vista dietario.
DIABETES TIPO 2
La diabetes tipo 2 es una enfermedad metabólica crónica que se caracteriza por niveles altos de glucosa en sangre, que con el tiempo conduce a daños graves en el corazón, los vasos sanguíneos, los ojos, los riñones y los nervios. En las últimas tres décadas la prevalencia de diabetes tipo 2 ha aumentado drásticamente en países de todos los niveles de ingresos. La insulina es una hormona producida por el páncreas que controla los niveles de azúcar en sangre (glucemia). La resistencia a la insulina provoca que células del cuerpo (músculos-grasa-hígado) no respondan normalmente a la acción de dicha hormona, lo que genera que la glucosa se eleve en sangre al no poder ingresar a las células, y que el páncreas eleve la producción de insulina como respuesta a esta deficiencia.. En la diabetes tipo 2, el cuerpo no puede utilizar la insulina en forma adecuada.
El crecimiento económico y la modernización, tradicionalmente asociados a una mejora de los resultados sanitarios, en realidad están abriendo las puertas a la comercialización globalizada de alimentos y bebidas poco saludables e impulsando la sustitución de estilos de vida activas por otros mucho mas sedentarios.
Aproximadamente hay 62 millones de personas en las Américas con esta enfermedad y más de 420 millones en todo el mundo, la mayoría en los países de ingresos bajos y medianos. Aproximadamente 1,5 millones de muertes por año se atribuyen a la diabetes. En 2019 fue la sexta causa de muerte en las Américas con unas 244.000 muertes por diabetes.
El sobrepeso/obesidad y la inactividad física son los principales factores de riesgo. La prevalencia de sobrepeso en las Américas es de casi el doble de la observada en todo el mundo, y entre los adolescentes, el 80,7% son insuficientemente activos.
Si bien no hay cura para la diabetes tipo 2, una dieta saludable, actividad física regular, mantenimiento de un peso corporal adecuado y evitar el consumo de tabaco, son formas de prevenir o retrasar la aparición de la misma y de sus complicaciones, debiéndose efectuar un control médico periódico y de ser necesario, un tratamiento médico adecuado y constante.
Dr. Rubén A. Rey
Auditor Médico de OSPUAYE
Médico clínico. Especialista en Medicina del Trabajo, Diabetología y Nutrición.